top of page

La memoria de Shakespeare - Críticas

Revista de literatura, arte y ciencia "Ciento cincuenta monos"

Por Santiago

…Muy bonito, ahora ¿cómo se adapta eso a teatro? Bueno, pregúntenle a Sabater que sabe hacerlo y con altísima eficacia.> > En la puesta, el texto de Borges persiste casi completo y convive con intercalados del director que es responsable también de la dramaturgia. Está (claro) Soergel, pero también Thorpe y el difuso soldado que le pasó la memoria a este último: Adam Clay. El narrador, que en el cuento es el propio Soergel, se fragmenta y se pluraliza: 14 actrices toman ese lugar, desplazan la primera persona hacia una irónica tercera y diluyen la concisión borgeana en un juego de repeticiones que podríamos llamar corales. Toda sentencia hace eco en ese narrador escindido, que reespacializa el discurso inmóvil de Soergel…

… Los aspectos técnicos son cuidados y exigentes como acostumbra Sabater en sus puestas. La música es muy linda y uno, inevitablemente, sale tarareando la melodía principal. Las luces son exactas con momentos de cierto vértigo que requieren gran precisión del operador ... …La escenografía, por su parte, es sobria y funcional a la mecánica de la puesta. De las actuaciones, destacaremos dos siendo injustos: el melancólico pero casi simpático Daniel Thorpe que compone Marcelo Velázquez (a quién nos vimos en la obligación de elogiar antes por su puesta de Destino de dos cosas o de tres) y la Desdémona de Cecilia De Feo, en la ronda de monólogos shakespirianos (usando la grafía que quería Borges) cuando la relectura de las obras de Shakespeare por parte de Soergel.> > Pero si hay algo sorprendente en este espectáculo es la dinámica escénica. Los 17 actores se mueven según patrones geométricos que rozan por momentos el vértigo de lo maquinal y por momentos lo escultural semi-estático. Las actrices a la vez que narradoras, funcionan como asistentes de escena en una suerte de danza alucinada que hace progresar al mismo tiempo el relato textual y un correlato escénico difuso y por momentos perturbador, bajo la dirección de una especie de maestra de ceremonias (el personaje metonímico del que hablaba más arriba) cuyas interpelaciones no sólo a los actores, sino también a los técnicos, y sus guiños a público reafirman el carácter convivial del espectáculo: No hay modo de olvidarse que estamos en el teatro. Bienvenida sea esa memoria.

 

Nepo Sandkuhl ,  neposandkuhl.blogspot.com

... Y éste es a mí entender el mayor logro de este espectáculo: No es un discurso sobre la memoria es la escenificación de sus mecanismos.Podríamos mencionar los recursos escénicos para lograrlo: la multiplicación de narradores, la mutación del espacio escénico; la exactitud del desplazamiento de los actores para arrastrarnos en un fluir rítmico y poético.
Podríamos indicar la acertada utilización de lo sonoro tanto en la música en escena como la reproducida electrónicamente, que no funciona como fondo musical, sino otorgando profundidad dramática. Podríamos resaltar la madurez de los actores, que siendo egresados de 4º año del IUNA, muestran compromiso artístico con la estética propuesta.
Creo que la propuesta se sustenta en una concepción teatral que huye del paradigma del teatro “representativo”, en busca de una poética que se enmarca en otras tradiciones. En este sentido, decir que en Sabater hay influencias kantorianas, es injusto para alguien que investigo sobre el artista polaco como pocos en Argentina. En estos casos debemos hablar de alianzas o amistades artísticas.
En este teatro hay que prestar atención al uso de los objetos, dado que el director logra algo que Benjamín apreciaba melancólicamente “Advertir el aura de un cosa significa dotarla de la capacidad de mirar” Y vaya si éste director lo logra…

 

bottom of page